27 de diciembre de 2011

HABITACIÓN CIENTO UNO


George Orwell escribió a mitad del siglo XX la novela “1984”, fue encuadrada dentro de las distópicas del siglo, hacía referencia a un concepto de sociedad basada en una nueva utopía perversa donde la realidad sucedía en términos totalmente opuestos a los de una sociedad ideal,  imaginándola entiendo dentro de un nuevo contexto de sociedad ficticia. Para ello recurrió  a dos conceptos que hoy en día nos resultan muy familiares, uno el concepto de omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor, que era como una especie de partido de pensamiento único, vigilante y guardián de la sociedad donde debían de pertenecer todas las personas y acatar sus órdenes,  una especie de policía de pensamiento que estaría presente en todas las vidas, en todas las casas y todos los órdenes cualesquiera que fuesen. 

Cuando una pareja de jóvenes descubre poco a poco que ese pensamiento no era del todo cierto y comienzan a ver falsedades y dudar de su propio partido crean una especie de resistencia hacia  Gran Hermano, tratando de huir de un sistema donde la intimidad y el libre pensamiento está prohibido. Cuando son descubiertos, son encerrados en lo que Orwell llamó la habitación 101, una especie de encierro obligado donde a través de la tortura terminan aceptando lo que el partido dice, dándose cuenta que para lo que ha servido en realidad era para separarse entre ellos, sintiéndose como dos extraños y reemplazando el amor entre ellos por su amor hacia Gran Hermano.

El encierro en esa especie de habitación 101 supone la rebelión de una serie de personas hacia una serie de normas establecidas utilizando un nuevo concepto, la libertad. Que pasaría si metemos a una serie de personas en una casa, los mantenemos encerrados durante un cierto tiempo sin más objetivo que el de convivir entre ellos?.  Se podrian dar varios supuestos, que se odien, se peleen, se rechacen o el contrario, que se amen, que se acepten o que se adapten, también podría darse el de que se ignorasen o permanezcan de manera ausente sin tener nada que ver con los demás. Es una prueba sociológica para ver la reacción de una serie de personas dispuestas a utilizar su propia libertad para conseguir lo que más le convenga, sus objetivos.

Paul  y Bürt Rommer, Scholtze y Jhon de Moll quisieron dignificar la obra de Orwell tomando al Gran Hermano como referencia de ser el vigilante,  y la habitación 101 como la casa donde una serie de personas convivirán sin más pretexto que utilizar sus propias armas de convivencia.
La idea se había tomado como experimento, pero adaptado a los nuevos tiempos. El vigilante se ha convertido en millones de vigilantes a través de las cámaras y la habitación 101 en una casa con paredes de cristal. El medio es la televisión mediante el cual llega a millones de hogares del mundo y por tanto, Gran Hermano ha debido evolucionar de la misma manera que ha evolucionado el medio por el que se propaga. La idea en sí, es maravillosamente interesante por cuánto las personas que entran en ese experimento son el reflejo de la sociedad que representan, en cada país con cada cultura. La idea, siempre será relevante para los espectadores que lo siguen y siempre será de actualidad, puesto que sus habitantes evolucionan conforme evoluciona la sociedad de un país.

 El cambio, su evolución no ha venido dada por la 
idea o el formato sino por el medio. Al principio resultó novedoso, hoy ya no lo es tanto, por tanto la responsable de propagarlo ha de recurrir a otras formas, buscando el espectáculo como canje para sustituir la original idea al mismo tiempo que rentabilizarlo. Hoy en día, solo es un programa de televisión en busca de espectadores. La televisión ha cambiado y conceptos como “audiencia” priorizan ante cualquier otro concepto, de ahí que en los últimos años se haya optado por reunir protagonistas de lo más extravagante posible. Al principio y tras la resonancia que tuvo el programa y la notoriedad que adquirieron sus concursantes han convertido GH no en un concurso donde hacerse con un premio final sino en una escuela de subgénero de famosos, o formas de darse a conocer llegando al culmen en una versión inglesa donde Jane Goody mediatizó su muerte por cáncer a través de GH.

  En la idea de darle el mayor atractivo posible al espectáculo ha sido donde se ha cometido el error de lo últimos años, buscando la extravagancia o ciertas cuotas recurrentes como la “eterna” embarazada, salidas del armario, parejas artificiales que han guionizado en exceso la idea original. Como queriendo Gran Hermano dejar de nuevo su papel de vigilante para de nuevo pasar a ser protagonista, cuando el protagonismo habíamos quedado que debieran ser los concursantes y su libertad dentro de esa HABITACIÓN 101. Nos han hablado en las últimas ediciones de gente corriente cuando no ha sido así, hemos notado a mucha gente ávida de fama o de llamar la atención y sobre ellos y sus “historias” a veces ha funcionado alguna edición.

Hoy se habla de volver a los orígenes, menos concursantes, se habla de 13, casi los mismos que hubo en la primera edición, en la última eran 22, una sola casa, llevamos unos años con dos casas y separando a protagonistas, se cree, se intuye que se va a simplificar todo, la clave como siempre en el casting. Ya falta poco.

15 de diciembre de 2011

DOCE MÁS UNO... TREZE

  
  Y por fin, apareció la “promo”.  Han pasado casi nueve meses desde que cerramos la última edición.  Mucho tiempo para algunos supongo, quizás no tanto para otros, pero suenan tambores indicativos que ya queda poco para que comience una nueva edición de Gran Hermano,  el reality por excelencia como lo denomina la propia cadena.  Nueve meses que para algunos se habrán hecho eternos y que mientras tanto la cadena ha intentado “rellenar” con sucedáneos. No, no hay otro igual. Podrán mercantilizar su formato y edulcorarlo para intentar sacarle un rendimiento que debería estar prohibido. Mala política si a la sombra del formato se rellenan huecos de parrilla disfrazando una idea original, no digo que no les funcione, posiblemente si,  a costa de inflacionar a la audiencia y desgastar el  modelo.
  
Gran Hermano solo hay uno.  Se podrán inventar cosas al hilo de una idea, cambiarla, disfrazarla o pintarla de colores, se podrá alargar en el tiempo el programa estirándolo con eternos reencuentros,  pero a muchos de los que seguimos el formato desde sus inicios no creo que nos hagan cambiar de idea. Podrán acertar o podrán equivocarse en la elección del casting, en el desarrollo de la edición, en  el planteamiento de la convivencia, en muchas cosas, pero la esencia primitiva del reality independientemente del curso que quieran darle artificialmente siempre permanecerá viva. Y es esa idea que tenemos, y que nunca nos harán cambiar.

Con ella hemos disfrutado, hemos reido, llorado, nos hemos aburrido, nos hemos enfadado, la hemos querido y la hemos odiado, pero nunca nos ha dejado indiferentes. Es por eso, que la otra noche al ver la “promo” sentí un agradable escalofrío y no pude evitar que los recuerdos me asaltaran la memoria al hilo de un deseo, que empiece pronto.

Pocos datos tenemos aún, y mucho tiempo por delante hemos tenido para echarle de menos, posiblemente a algunos la impaciencia les haga investigar sobre el tema y podría informarnos un poco de algunos detalles que poco a poco se pudieran ir sabiendo. Yo me mantengo expectante hasta el día de la gala, pero no hago oídos sordos a todo lo que se comenta como cada año, donde un tumulto de especulaciones juegan sus bazas haciendo calentar motores en el sitio por donde lo seguimos,  aquí en la red. 

“Dale la vuelta” bien podría ser un secreto celosamente guardado y sujeto a libres interpretaciones, la vuelta hacia algún sitio, no sé si mejor o peor, volver a los inicios como mucha gente dice buscando esa pureza que últimamente creíamos perdida, o vuelta a la forma de ver el programa buscando el antídoto que les permita a los responsables  recuperar algo de lo perdido. Se habla de volver a las raíces, darle la vuelta a la crisis con un sentido más positivo de ver las cosas, de disminuir el  número de concursantes y de volver al anonimato huyendo de arquetipos  preconcebidos, la sustitución de  amor y humor por conflictos, diversión en suma al hilo de los supuestos éxitos cosechados en Supervivientes y Acorralados. 

Craso error si empezamos a funcionar basándonos en un modelo que empezó fijándose en el tuyo. La televisión a la carta va por una vía distinta por la que camina Gran Hermano, a quien no puedes despojar de su frescura y su improvisación. Las convivencias son distintas, sin patinas ni máscaras,  GH se nutre de su propia esencia y se desarrolla al hilo emanante de los propios concursantes y su convivencia, ellos están solos y sin cables por medio, su entorno y su hábitat es el de ellos mismos encerrados entre cuatro paredes y en connivencia con otros sin nexos de unión más que el de la propia convivencia.

“Darle la vuelta” hasta cierto punto. Es como irnos al chiste de cinco por cuatro veinte más dos veintitrés. Después del doce viene el trece, y aparcando caprichos supersticiosos es como tener ganas de marear la perdiz o pensar que actuando así  se tiene la suerte o el éxito garantizado porque de otra manera no se explica lo absurdo de la decisión, en eso también quizás seamos los primeros.  Que el título te aboque a pensar en el resultado final es empezar temiendo al fracaso,  o empezar dándole una importancia inusual al número trece;  doce más uno siempre serán trece, aquí y en Sebastopol, que de gatos negros y espejos rotos nos libre la convivencia misma de los concursantes y no las chorradas caprichosas de un obsesionado marketing que hacen que empecemos así…  al revés.

Gran Hermano doce murió con Laura, éste que comienza será el siguiente...  el treze.